La evaluación auténtica en la era digital
La incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la educación ha transformado no solo las prácticas docentes, sino también los procesos de evaluación del aprendizaje. En el ámbito de las ciencias de la salud, donde la formación de profesionales competentes es vital para la sociedad, el uso de TIC plantea oportunidades y desafíos. Los estudios de Patiño Montelongo (2024) sobre la evaluación en matemáticas en nivel medio superior y de Humanante-Ramos et al. (2019) sobre las competencias digitales de estudiantes universitarios de salud permiten reflexionar críticamente sobre cómo las TIC pueden optimizar la evaluación, pero también evidencian limitaciones en su implementación.
La tesis que se sostiene en este ensayo es que la evaluación del aprendizaje en ciencias de la salud mediante TIC solo será significativa si se articula con un enfoque auténtico y formativo, capaz de superar la visión reduccionista de la calificación numérica y de responder a las competencias digitales reales de los estudiantes.
Por un lado, Patiño Montelongo muestra que las TIC —como Google Classroom, GeoGebra o Quizzis— facilitan la retroalimentación, la sistematización y la diversificación de instrumentos evaluativos. Sin embargo, advierte que el riesgo de sobrecargar al estudiante con tareas o de limitar la evaluación a algoritmos repetitivos puede derivar en aprendizajes memorísticos y poco significativos. La evaluación auténtica exige valorar procesos, reflexiones y autonomía, más allá del producto final.
Por otro lado, Humanante-Ramos et al. evidencian que los estudiantes de ciencias de la salud ingresan a la universidad con competencias digitales limitadas: son competentes en procesadores de texto y navegación básica, pero poco hábiles en gestión de información, creación de bases de datos o difusión del conocimiento. Esto implica que, aunque las TIC se integren en la evaluación, si los estudiantes no dominan las competencias digitales necesarias, la práctica evaluativa corre el riesgo de convertirse en un obstáculo más que en un recurso.
La articulación de ambos hallazgos revela una tensión: mientras la evaluación con TIC busca ser integral y formativa, la brecha en competencias digitales de los estudiantes limita su efectividad. Por ello, la evaluación en ciencias de la salud debe ser diseñada considerando tanto el desarrollo progresivo de competencias digitales.
En síntesis, la evaluación del aprendizaje con TIC en ciencias de la salud no puede reducirse a la aplicación de plataformas o cuestionarios digitales. Su valor radica en la capacidad de los docentes para diseñar instrumentos auténticos que promuevan reflexión, autonomía y aprendizaje significativo, al tiempo que se refuerzan las competencias digitales de los estudiantes. Solo así se logrará que la evaluación sea coherente con las demandas de un mundo globalizado y con la responsabilidad social de formar profesionales de la salud capaces de gestionar, generar y difundir conocimiento en la era digital.
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